Como cierre del ciclo 2023 de encuentros enmarcados en el Seminario Interno del INHUS (Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales, CONICET-UNMdP), tuvo lugar la charla “La dirección de tesis: la formación en diálogo”, en la que intervinieron dos investigadoras de CONICET y docentes de la Facultad de Humanidades, Claudia Milkkelsen (Doctora en Geografía) y Ana Porrúa (Doctora en Letras), quienes elaboraron, con fuerte sustento en sus respectivas experiencias, una estimulante reflexión acerca las diversas aristas que implica desempañarse como directoras de tesistas.
El panel ofreció un aporte valioso, si tenemos en cuenta el papel fundamental desempeñado por la dirección para que una tesis llegue a buen puerto, lo cual no debe asumirse como un logro alcanzado de antemano, según lo prueban las estadísticas sobre el alto porcentaje de carreras de posgrado inconclusas a causa de obstáculos asociados con la escritura del trabajo final. Sucede que la elaboración de un escrito de largo aliento como la tesis viene acompañada de un nuevo posicionamiento respecto del conocimiento, puesto que el / la tesista deja de reproducir saberes ajenos y debe realizar aportes novedosos en calidad de miembro de comunidad científica. De manera que el director o la directora asume la tarea de acompañamiento tanto en lo estrictamente disciplinar, como también en el paulatino desarrollo de autonomía al que debe aspirar quien obtiene un título de posgrado.
Claudia Mikkelsen organizó su exposición a través un decálogo, mediante el cual hizo un esfuerzo de sistematización, que resultó en perfecta sintonía con un estilo de trabajo metódico para la tarea de acompañamiento a tesistas. La selección bibliográfica –o matrices de lectura, como prefiere la investigadora–, la confección de cronogramas con objetivos precisos o las decisiones respecto de las delimitaciones de temas estudio (junto a sus posibles abordajes) son algunas de las instancias ineludibles para emprender un proyecto de tesis, cuya continuidad reposa sobre reuniones periódicas tanto personalizadas como enmarcadas en un grupo de investigación.
Pese a que la tesis es un producto que lleva una firma individual, Milkkelsen reconoce la importancia de “escribir juntos” como estrategia para acompañar el proceso de composición textual –que también incluye productos intermedios como ponencias o artículos–, durante el cual pueden interferir multiplicidad de factores. De allí su insistencia en la vinculación humana que supone la instancia de dirección, especialmente si se tiene en cuenta que la relación director(a)-dirigido/a puede prolongarse durante una década, sumando primeras becas para estudiantes hasta la formación posdoctoral o de ingreso a carrera investigador científico. Esta instancia altamente colaborativa se ve amenazada por el matiz autoritario contenido en la idea de dirigir, por lo que la expositora se apropia de acepciones que ponen el acento en las posibilidades de orientación, aliento y acompañamiento en beneficio de un grupo, puesto que, así como el o la tesista se apoya en un grupo, este último también recibe el impacto favorable del trabajo contenido en la nueva tesis.
Ana Porrúa eligió otra modalidad para su intervención, de corte más narrativo, estrategia argumentativa basada en su experiencia, lo cual favoreció el planteo de ciertas modificaciones significativas que tuvieron lugar, en las últimas décadas, en lo referido al tránsito por las carreras de posgrado. Sin el rigor de plazos que, en la actualidad, regulan las instancias de formación, Porrúa subrayó las distancias temporales que hubo, en su caso, entre graduación, inicio de carrera de doctorado y momento en que asumió por primera vez la dirección. Si bien puede considerarse que se trata de discontinuidades poco competitivas –para las exigencias de nuestros días–, Porrúa reivindica esa trayectoria favorable a la posibilidad de dedicarse de forma consecuente al estudio exhaustivo de un tema durante un plazo dilatado, condición privilegiada que no vuelve a repetirse durante la carrera de investigación.
El relato que articuló la reflexión hizo foco en dos experiencias de dirección. Para comenzar, Porrúa se refirió precisamente a la primera tesis que dirigió, que supuso un desafío inesperado, porque su autora se sustrajo de las regulaciones retóricas del género para desplegar una modalidad más creativa de escritura. El papel de directora –que finalmente parece adaptarse a cada tesista– se concentró en lograr conciliar ese modo de escribir que respondía a cierta forma del deseo con las pautas lingüísticas y socioinstitucionales en las que se encuadra una tesis de doctorado. En el otro extremo,la investiagadora aludió a una tesis en curso, la cual se abre hacia objetos de estudio que exceden lo literario, por lo que la tesista ha emprendido una formación específica. De modo que la dirección se revela también como una posibilidad de aprendizaje, en tanto el acompañamiento viene signado por la adquisición de saberes que aporta la tesista.
El intercambio puso en debate muchas otras consideraciones, que suscitaron preguntas y comentarios muy estimulantes por parte del público asistente. Esta entusiasta participación confirma la relevancia de la reflexión en torno de la dirección de tesis, rol decisivo en las trayectorias de posgrado sobre el cual cabe proseguir la discusión.
Dr. Francisco Aiello